Ah, el Año Nuevo. Esa mágica época donde, por alguna razón, creemos que un cambio en el calendario nos convertirá mágicamente en una versión mejorada de nosotros mismos al son de la frase: «Este año sí que sí». Es como si el 1 de enero tuviéramos superpoderes gracias a los propósitos de año nuevo. Una lástima que desaparecen el 2 de enero.
Primer propósito: «Este año me pongo fit, que estoy un poco fat»
El clásico. Prometemos ir al gimnasio, correr cada mañana, o hacer yoga con la misma frecuencia con que respiramos. Y sí, nos inscribimos en el gimnasio, pero ¿quién tenía tiempo para saber que ir requiere… ir? Así que, mientras contemplamos nuestras zapatillas nuevas a juego con la colcha del sofá, recordamos que el ejercicio es más divertido en la tele.
Segundo propósito: «Voy a ser rico»
Otro favorito. Nos proponemos ahorrar, ser responsables financieramente, y no gastar en cosas innecesarias. Pero claro, justo en enero hay rebajas. ¿Cómo esperan que ahorremos si nos están poniendo la miel en los labios? Así que posponemos el ahorro para febrero, o marzo, o… 2025, ya si eso.
Tercer propósito: «Voy a aprender algo nuevo»
Nos apuntamos a clases de todo: idiomas, cocina, pintura… Eh, que hasta nos ponemos a leer. Pero, ¿sabías que aprender requiere tiempo y esfuerzo? Resulta que no se aprende francés comiendo croissants en el sofá. Quién lo diría.
Cuarto propósito: «Voy a ser más social»
Decidimos mejorar nuestras relaciones personales, ver más a nuestros amigos, visitar a la familia… Pero, ¿y si en vez de salir, vemos solo un episodio más de esa serie tan interesante? O dos, o la temporada completa. En fin, spoiler, no vas a ver a nadie.
Propósitos de Año Nuevo: La esperanza renovada
Al final, los propósitos de Año Nuevo son como creer en Papá Noel a los 30: sabemos que no es real, pero nos gusta la ilusión. Y quién sabe, tal vez este año sí que sí… o el próximo.
Y tú, ¿te has planteado algún propósito para este 2024? Yo sí, pero empiezo mejor mañana… ¡Feliz Año a todos!